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domingo, 13 de noviembre de 2011

Algo Ha Fallado


          
 Me he levantado con el pie derecho. No he pasado por debajo de ninguna escalera. Hace más de siete años que se me rompió el último espejo. Me tiré por encima del hombro todos los granitos de sal que se cayeron al freír las patatas...       

Lo he hecho todo bien, ¿verdad? Pues me parece, que algo ha tenido que fallar...



. Después de once años, nueve meses y veintitrés días cosiendo volantes, ajustando corpiños y rematando un montón de dobladillos —siempre para otras mujeres—, y nunca para mí… La semana pasada, el encargado de vestuario, me invitó a una de esas fiestas glamurosas, de las que siempre hablan los diseñadores más sofisticados… Una de esas, que yo me había imaginado un montón de veces, sobre todo en esos momentos de bajón que a mí me entran de vez en cuando, y que me dan por sentirme como una cenicienta en vaqueros, entre tanta cursilería.         

Estaba entusiasmada, ilusionada y, por fin... me veía reconocida en mi trabajo. Así que hice lo que cualquiera haría en mi lugar: Pedí hora para la cera y la manicura. Llamé a Mónica y a Esperanza para contárselo enseguida. Recorrí todas las tiendas fashion y estilosas de Málaga… Y me prometí a mí misma, apuntarme a un gimnasio antes de que empezara el verano.       

 Busqué, busqué y rebusqué... Me probé primero los vestidos que me encantaban. Luego los que me gustaban bastante. Después los resultones. Y al final, unos cuantos que no me parecían muy mal… Ninguno estaba hecho para mí, y mi hada madrina no aparecía por ninguna parte.         
Pero… —como el optimismo que yo tenía en aquél momento, superaba con creces a mi realidad—, a mí eso no me importó.     
       
 Yo solita era capaz de hacerme el traje más elegante, más sexy y más ajustado de toda la fiesta. Calculé, que con quedarme dos o tres noches sin dormir para coserlo, y cenar fruta para poder meterme en él, sería suficiente.

Ésta mañana, a las siete menos cuarto, y tras cinco noches de café, hilo y tijeras... Mi vestido estaba terminado.     

Lo he hecho bien, ¿verdad? Pues está claro… que algo ha fallado otra vez.

Tengo que decir, que lo malo de mi nevera, es que las manzanas y las peras están colocadas justo al lado de las cervezas y de las aceitunas... —y yo creo, que por eso— el resultado de mi régimen, al final no ha podido ser tan satisfactorio cómo esperaba.


    Así, que aquí estoy yo... En la fiesta donde tenía planeado desquitarme de tantos años de vivir por el lado del revés de las telas. Y, ya de paso, enamorar locamente al chico más interesante de la reunión —incluso hasta me daba igual, que nuestro amor eterno, solo durase aquella noche—.      

Pero, ha surgido un problema… Y en vez de estar paseándome por todo el salón, marcando curvas, moviendo sofisticadamente mi pelo y, con ese andar bailarín —de los que nunca han tenido ninguna preocupación importante—...
Aquí estoy yo… Teniendo que conformarme con quedarme sentada en éste sofá rosa pálido horroroso, intentando pasar lo más desapercibida posible, esperando a que se vaya el último invitado para poder levantarme de aquí... Y concentrando todas mis fuerzas, en sujetarme el vestido por la parte donde la cremallera me acaba de estallar...

  Me parece, que algunas de nosotras, casi siempre pillamos a nuestras hadas madrinas… un poquillo despistadas.




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