Vacía Tus Maletas . . . Y Vámonos De Viaje
Algo Ha Fallado
Me he
levantado con el pie derecho. No he pasado por debajo de ninguna escalera. Hace
más de siete años que se me rompió el último espejo. Me tiré por encima del
hombro todos los granitos de sal que se cayeron al freír las patatas...
Lo he hecho todo bien, ¿verdad? Pues me parece, que
algo ha tenido que fallar...
. Después de
once años, nueve meses y veintitrés días cosiendo volantes, ajustando corpiños
y rematando un montón de dobladillos —siempre para otras mujeres—, y nunca para
mí… La semana pasada, el encargado de vestuario, me invitó a una de esas fiestas
glamurosas, de las que siempre hablan los diseñadores más sofisticados… Una de
esas, que yo me había imaginado un montón de veces, sobre todo en esos momentos
de bajón que a mí me entran de vez en cuando, y que me dan por sentirme como
una cenicienta en vaqueros, entre tanta cursilería.
Estaba entusiasmada, ilusionada y, por fin... me
veía reconocida en mi trabajo. Así que hice lo que cualquiera haría en mi
lugar: Pedí hora para la cera y la manicura. Llamé a Mónica y a Esperanza para contárselo enseguida. Recorrí todas las
tiendas fashion y estilosas de Málaga… Y me prometí a mí misma, apuntarme a un
gimnasio antes de que empezara el verano.
Busqué,
busqué y rebusqué... Me probé primero los vestidos que me encantaban. Luego los
que me gustaban bastante. Después los resultones. Y al final, unos cuantos que
no me parecían muy mal… Ninguno estaba hecho para mí, y mi hada madrina no
aparecía por ninguna parte.
Pero… —como el optimismo que yo tenía en aquél
momento, superaba con creces a mi realidad—, a mí eso no me importó.
Yo solita era capaz de hacerme el traje más
elegante, más sexy y más ajustado de toda la fiesta. Calculé, que con quedarme
dos o tres noches sin dormir para coserlo, y cenar fruta para poder meterme en
él, sería suficiente.
Ésta mañana, a las siete menos cuarto, y tras cinco
noches de café, hilo y tijeras... Mi vestido estaba terminado.
Lo he hecho bien, ¿verdad? Pues está claro… que
algo ha fallado otra vez.
Tengo que decir, que lo malo de mi nevera, es que
las manzanas y las peras están colocadas justo al lado de las cervezas y de las
aceitunas... —y yo creo, que por eso— el resultado de mi régimen, al final no
ha podido ser tan satisfactorio cómo esperaba.
Así, que aquí estoy yo... En la fiesta donde tenía
planeado desquitarme de tantos años de vivir por el lado del revés de las
telas. Y, ya de paso, enamorar locamente al chico más interesante de la reunión
—incluso hasta me daba igual, que nuestro amor eterno, solo durase aquella
noche—.
Pero, ha
surgido un problema… Y en vez de estar paseándome por todo el salón, marcando
curvas, moviendo sofisticadamente mi pelo y, con ese andar bailarín —de los que
nunca han tenido ninguna preocupación importante—...
Aquí estoy
yo… Teniendo que conformarme con quedarme sentada en éste sofá rosa pálido
horroroso, intentando pasar lo más desapercibida posible, esperando a que se
vaya el último invitado para poder levantarme de aquí... Y concentrando todas
mis fuerzas, en sujetarme el vestido por la parte donde la cremallera me acaba
de estallar...
Me parece, que
algunas de nosotras, casi siempre pillamos a nuestras hadas madrinas… un
poquillo despistadas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario