Hay caminos...
Caminos que van a todas partes... Y caminos que no llevan a ninguna.
Hay caminos que
vienen... Que vienen, incluso aunque nunca terminen de llegar.
Hay caminos tortuosos. Caminos salpicados de piedras de distintos tamaños —unas muy picudas que hacen heridas, y otras más redondeadas y suaves—.
Hay caminos
llanos. Caminos radiantes de flores de colores, y hierba brillante por sus riberas.
Hay caminos
para subir.
Hay caminos que bajan, que luego bajan, y que después... bajan más.
Hay caminos que bajan, que luego bajan, y que después... bajan más.
Caminos que
dan muchos rodeos. Caminos que te llevan derechito.
Caminos con
recovecos.
A veces,
podemos elegir nuestro camino. Y otras veces, nos sorprendemos buscando
desesperadamente, atajos por los que escapar de él.
Hay
caminitos que todas las tardes, feliz recorremos cantando al amor... Y que
—muchas más veces de las que nos gustaría—, tenemos que volver a pasar,
pidiéndoles que no les digan a nadie, que nuestro llanto su suelo regó...
Hay caminos, por los que nos garbeamos con seguridad. Caminos que sabemos, sin ninguna duda, que van
exactamente —lleguemos o no lleguemos—, hacia nuestras metas.
Hay caminos
que pisamos con titubeos, con tristeza y sin fuerzas. Todos sabemos que caminos
nos conducen hacia donde no queremos estar. Hacia donde no queremos estar
nunca... Caminos, de los que alguna vez hemos afirmado — muy tajantemente, casi siempre—, que nunca
jamás tomaríamos. Pero caminos, en los que de repente nos descubrimos
—preguntándonos desconcertados—, cómo hemos podido llegar hasta ahí.
Hay lugares
donde siempre llega algún camino. —Todos los caminos conducen a Roma, según
dicen—. Y hay lugares a los que nunca llega ninguno... Pocos caminos, nos llevan a las aldeas sin escuela de Sudamérica. Pocos caminos, nos pasean por los poblados sin agua de África. Pocos se allanan, ante las personas que tienen que lanzarse a cualquier mar para sobrevivir. Pocos se acercan, por las ciudades bombardeadas que
sabemos que existen, en tantos caminos que serpentean por los infiernos de la
Tierra...
Hay
caminos... Hay otros caminos... Hay más caminos...
Siempre.
Siempre. Siempre... Nuestro viaje podría haber ido por otro camino...
Siempre.
Siempre. Siempre... Podemos intentar avanzar en el camino... O, intentar
renovarlo... O, intentar largarnos de él...
Pero...
Siempre. Siempre. Siempre... Nuestra vida va por un camino que, —nos guste más,
o nos guste menos—, es el nuestro.
Me gusta este camino para ti sigue por él que seguro te llevará a sitios sorprendentes.
ResponderEliminarMe gusta este camino para ti sigue por él que seguro te llevará a sitios sorprendentes.
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