Yo
siempre he sido una mujer muy segura y muy moderna, con mi grupo de amigas
seguras y modernas, pero no seguras de las que no tienen razón y se obcecan con
estupideces, sino de las otras; y no modernas de esa clase de modernas que
piensan los hombres cuando les dices que eres moderna, sino de las otras... De
las seguras y modernas, pero sensatas y formales.
Mis amigas y yo
tenemos nuestras conversaciones profundas, nuestras salidas de compras,
nuestras charlitas sobre lo que les pasa a los demás y hasta nuestros
comentarios picantes y progres cogidas del brazo. Resumiendo, que somos lo que
la mayoría llamaría unas mujeres de mundo. Digo todo esto para que nadie piense
que no tenemos una mentalidad avanzada y que lo que nos está inquietando últimamente,
pudiera ser una tontería sin importancia.
De igual manera
que tenemos todo tan claro y que somos tan actuales, nosotras también somos muy
buenas. Por lo tanto, es lo más normal, que nos preocupemos mucho por la gente
que nos rodea. Que nos preocupemos mucho y con mucho conocimiento, —que todo
hay que decirlo—, por lo que no nos gusta que nadie haga locuras de esas que
luego solo traen sofocones y problemas tontos.
Aunque no sea
de esas que presumen de sus cualidades, —pero como me gusta contaros las cosas
como son—, también tengo que decir que mis amigas y yo somos unos seres humanos
muy sensibles, y nunca hemos podido evitar que nuestros desvelos desinteresados
abarcasen a un gran número de personas.
Con todo esto,
queda aclarado que estamos muy acostumbradas a los desasosiegos y que sabemos
llevar las manías de la gente muy bien.
Sin embargo,
inesperadamente, nuestro mundo se nos está poniendo patas arriba. Ahora la
intranquilidad nos está desbordando y cualquiera puede entender que estemos desconcertadas
y nerviosas, porque ahora... las locuras han alcanzado a una de las nuestras.
Cuando los
conflictos están lejos, todos sabemos muy bien cómo hacer para que no nos
afecten, pero a éste sí que hay que buscarle una solución inmediata y eficaz.
Porque nuestra amiga no sabe lo malo que es para ella lo que le pasa... Pero
nosotras sí.
Es muy lógico
que mi grupo, las que seguimos sensatas y yo, no dejemos de darle vueltas a
esto que os voy a contar.
Desde que yo
recuerdo, una de nosotras nos ha tenido un poco preocupadas a todas las demás
y, aunque nunca nos ha gustado criticar, no hemos podido evitar comentar,
—cuando ella no estaba—, su manera tan peculiar de ser y las cosas tan raras
que hacía de vez en cuando.
A nuestra amiga
le encanta hablar con la gente, pero no solo con su familia o con sus
compañeros del trabajo, o con algún dependiente de las tiendas de su barrio,
sino con todo el mundo. Y cuando digo todo el mundo, no me refiero a hombres
solteros de una edad adecuada, que eso sí que podríamos entenderlo
perfectamente, —porque a los hombres hay que hablarles, que si no ellos no
dicen nada—, sino con todo el mundo. Le agrada mucho animar a la gente, sonreír
sin ton ni son y disfruta con las pequeñas cosas, que ya os digo yo, que son de
esas tonterías que no llevan a ninguna parte. En fin, lo dicho, que es muy
rara... para qué nos vamos a engañar.
Es lo más
normal, que las ideas disparatadas y la pasión tan poco razonable que nuestra
amiga ponía en sus desvaríos, nos intranquilizara a las demás. Pero hasta hace
poco a esto no se le veía muchas consecuencias perturbadoras, y mis amigas
sensatas y yo podíamos dormir tranquilas. La fantasiosa tenía sus sueños locos
y las sensatas nuestras realidades razonables y, como nosotras seguíamos
teniendo la mente abierta, la aceptábamos tal y como era mientras la
íbamos convenciendo poco a poco, de lo que era lo mejor para ella... En fin,
hasta aquí, todo controlado.
Sin embargo,
hará un año más o menos que le dio por la literatura, por los libros y por los
escritores. Pero no por los escritores consagrados que todos sabemos lo bien
que escriben, la de verdades que cuentan y el dinerito que ganan, sino por los
que no conoce nadie. Por los que vete a saber que sarta de bobadas se les
pueden ocurrir... Está claro que de alguien que pierde el tiempo con esas
chorradas, nada sensato se puede esperar. Pues, a lo que voy, que a ella le dio
por ahí.
En cuanto leía
algo que le gustaba, ya se lo estaba diciendo a todo el mundo, incluidas a mis
amigas sensatas y a mí. Por supuesto que no nos interesaba nada, pero como
nosotras somos tan educadas y con la mente tan abierta a todo, la escuchábamos
cómo si le hiciéramos caso.
Nuestra amiga
peculiar empezó a conocer cada vez a más escritores de cada vez más lugares.
Ella leía algo y si le gustaba le ponía tal pasión que conseguía transmitírsela
a muchos de los que la escuchaban. Como está claro, que al que se le ocurre
perder el tiempo poniendo en un papel un montón de chorradas inventadas sin que
le paguen, no puede estar muy bien de la cabeza... este arrebato de confianza
que ella tenía en lo que hacían terminó por impregnarles, promoviendo a la vez
la autoestima del que la necesitaba y la ilusión de todos.
Mis amigas
sensatas y yo siempre hemos sido muy prudentes y nunca nos ha gustado hablar
mal de nadie... Pero por Dios que esta locura colectiva, ni siquiera nosotras
que somos tan modernas, podíamos entenderla.
Pasaban los
días, las semanas y los meses; y nuestra amiga se fue convirtiendo en la
persona con la que todos querían contar. Mejor dicho... Con la que todos los
que estaban un poco chiflados querían contar.
Cualquiera lo
bastante iluso como para escribir una novela, un relato, un poema o una
chorrada de frase, la buscaba con muchas ganas y con mucho interés por saber lo
que pensaba, incluso empezaron a llamarla su representante... En fin, que no me
diga nadie que la locura no es contagiosa.
Mis amigas las
sensatas y yo somos muy conscientes de que la mayoría de las personas no tienen
la suerte de ser tan listas como nosotras y entendemos perfectamente que no se
den cuenta de que se ilusionan con cosas sin sentido, pero también espero que
comprendáis lo difícil que nos está resultando con todo esto llevar a nuestra
amiga por el buen camino de la normalidad.
Yo siempre he
sabido que la gente rara tiene sueños, pero sueños de esos que nunca se hacen
realidad, y hasta ahí bien... Sin embargo, ahora resulta que a una persona que
conozco se le están realizando algunos de sus deseos simplemente porque les
pone ilusión, y encima, está animando a otras personas. Incluso, sabiendo como
yo sé, que todos ellos son más torpes que nosotras las sensatas... Que no me
diga nadie que no es normal que se me trastoque la cabeza al pensarlo.
A dónde podríamos llegar si empezáramos a ilusionarnos con cosas inútiles. A dónde si no nos importara apostar por las utopías. A dónde si nos emocionara tanto el camino como la meta.
A dónde podríamos llegar si hiciéramos más caso de lo que nos
empujan nuestros sueños y menos de lo que nos asustan nuestros miedos.
A dónde
podríamos llegar mis amigas tan seguras, tan sensatas, tan modernas y tan
formales, y yo misma, si empezáramos a plantearnos volvernos locas de vez en
cuando... Si empezáramos a dejarnos zarandear por emociones sin sentido, por
emociones inútiles que no llevan a ninguna parte racional...
Aunque tengo
muy mala memoria para los nombres que empiezan por E, del de mi amiga si que me
acuerdo... Pero como yo soy tan discreta y quiero guardar su intimidad, no voy
a decíroslo.